miércoles, 25 de abril de 2012

La soledad del entrenador

Como cada temporada nos acercamos al final, estamos llegando al mes de mayo y estamos en ese momento en que se ha de decidir todo en las competiciones correspondientes. En esta temporada en que estoy asumiendo el reto de llevar al infantil A masculino hasta el punto más lejano posible de esta carrera de obstáculos en que se ha convertido todo creo que he llegado a un punto en que pienso porqué lo estoy haciendo ¿de verdad vale la pena?
En este punto de la temporada tengo la convicción de que el grupo tiene nivel para llegar muy lejos pero ¿tiene la actitud? Hace unos días jugamos un partido importante contra un equipo con el que nos jugábamos la segunda posición del grupo y con ello un cruce un poco más “asequible” a simple vista. El partido tuvo dos caras bien diferenciadas, por un lado los primeros 5 períodos en que ellos nos arrasaron literalmente hasta colocarse a 38 puntos de diferencia y por otro lado los 3 últimos períodos en que nos conseguimos colocar a tan sólo 8 puntos de diferencia. Finalmente el partido lo perdimos por -12.
Tras el partido, después de poder pensar y analizar lo que ocurrió tuve claro lo que pasó y tuve claro lo que no pasó… Siempre he creído que lo más importante, no sólo en el baloncesto sino en todo lo que hacemos, es la actitud con la que acometemos cualquier objetivo. Creo que habré repetido esa frase miles de veces a todos los equipos que he llevado. Tenemos un equipo con jugadores con talento, unos más que otros, pero ese talento en sí mismo y sin nada más no te proporciona nada. Hay multitud de jugadores con talento repartidos por todos los equipos y todos los niveles posibles pero ese talento sin un trabajo, sin una buena dirección no sirve para nada.
El lunes después del partido vi un mensaje que el entrenador del equipo contrario había dejado en el twitter de nuestro equipo deseándonos mucha suerte en el tramo final de temporada. Debo decir que de todos los entrenadores con los que me he encontrado durante esta temporada es el único capaz de mostrar una característica importante bajo mi punto de vista, humildad. Esa humildad se ve reflejada en su equipo, en el comportamiento de su equipo en la pista i en cómo encaran los partidos. Le contesté a aquel tweet felicitándolo por el partido, aunque ya lo habíamos hecho ambos tras acabar el partido, y deseándole mucha suerte en lo que queda de temporada. A los pocos minutos me contestó con otro mensaje en el que valoraba nuestro esfuerzo en la segunda parte y dando por seguro que con ese trabajo podíamos competir con cualquiera de los “grandes” y que terminaba diciendo “Ganar es una actitud”. Que gran verdad!!! Sobretodo cuando la calidad de los jugadores está al nivel de los mejores.
Estamos, pues, en un punto de la temporada en que el entrenador ha de tomar una serie de decisiones, en mi caso más de las que hubiese querido y me doy cuenta de que nadie sabe lo que siente el entrenador, ese individuo que se sienta en el banquillo, ese individuo al que todo el mundo cuestiona por cada decisión, ese individuo que no tiene ni idea de lo que hace y aún así continua llevando ese equipo…
Qué fácil es llevar un equipo potente que puede competir al más alto nivel… He oído hasta que esos jugadores se llevan solos… Debo de ser el único que piensa que un grupo necesita esa figura que guíe a los jugadores y ponga en orden las ideas a la hora de entrenar y salir a la pista. La verdad es que hasta desde la entidad que gestiona las competiciones deben pensar eso porque cambian los reglamentos constantemente limitando cada vez más la intervención del entrenador.
Los árbitros nos avisan antes de empezar cada partido que no podemos dar instrucciones a los jugadores entre períodos porque no hay descanso, solamente hay tiempo de dar las salidas a la mesa de anotación. Nos han limitado los tiempos muertos a 1 por parte (cada parte consta de 4 períodos de 5 minutos a tiempo parado). Eso sí, los partidos ahora son interminables aunque lo de los tiempos muertos era para que no se parase tanto el partido… Así pues, los entrenadores solamente servimos para los entrenamientos, en la pista no podemos actuar, no podemos dar instrucciones a los jugadores…
¿Realmente se valora el trabajo del entrenador? ¿Quién valora ese trabajo? ¿El club? ¿Los padres? ¿Los jugadores? ¿La Federació?
Tengo la suerte de tener un equipo técnico conmigo que me ayuda mucho en mi trabajo y que me apoya siempre en todo lo que hacemos, intento siempre que todo lo que hacemos sea algo en lo que todo el equipo técnico participe, aunque al final las decisiones las debe tomar el entrenador y la responsabilidad final recae sobre el entrenador, por lo tanto, es el entrenador el que sabe lo que supone esa responsabilidad de tomar las decisiones. Decisiones, éstas, que pueden ser correctas o no, puesto que somos personas y, como todo el mundo, nos equivocamos también.
En todas las temporadas hay altibajos en todos los equipos y el trabajo del entrenador es intentar minimizar esos momentos bajos lo máximo posible. En nuestro caso hemos tenido esos altibajos igual que hemos tenido algún que otro episodio negativo que nos debe hacer más fuertes ante lo que nos queda por jugar. Al final la reflexión que hago es que nadie sabe de la soledad del entrenador más que él mismo.
Finalmente terminamos la fase regular en dos días en pista del líder del grupo, el FC Barcelona Regal (13-0), y esperaremos el cruce para acceder a la final a 4. Difícil cruce aunque creo que podemos solventarlo sea con quién sea. En espera de ese cruce jugamos el I Torneo Nacional Infantil que organiza el BF Viladecans, donde coincidiremos con algunos de los equipos que van a luchar por esa final a 4.
Esperemos llegar lo más lejos posible.