martes, 22 de enero de 2013

La gracia de los resultados



Aunque el tema es recurrente no deja de sorprenderme. Los entrenadores que estamos acostumbrados a entrenar equipos de formación nos encontramos con este fenómeno habitualmente, de manera que es el "pan nuestro de cada día". Esto significa que, por mucho que nos esforcemos, nunca se entiende el trabajo que hacemos. Todo el mundo habla de la paciencia que hay que tener con los equipos de formación, de que no importa el resultado, pero cuando hay entrenadores que realmente utilizan ese criterio, rápidamente surgen las primeras voces de discrepancia. Probablemente no se lo dicen al entrenador directamente pero sí se comenta en la grada, tanto por parte de otros entrenadores como de padres de jugadores.

Esto, evidentemente, es una interferencia en el trabajo del entrenador. Doy por supuesto que todos los entrenadores trabajan de acuerdo a unas directrices que vienen marcadas desde la coordinación o dirección técnica. Estaremos de acuerdo en que, sobretodo a nivel de equipos de minibàsquet o incluso hasta infantiles, hay que trabajar las habilidades motrices y técnicamente los fundamentos básicos hasta que los dominan perfectamente. Nunca antes hay que pasar a otro nivel ya que lo único que conseguiremos es que los jugadores no avancen correctamente en su formación y eso lo pagaran posteriormente cuando se les pida un poco más adelante una evolución en su juego. Dicen que “la paciencia es la madre de la ciencia” y, evidentemente, aquí se demuestra que es así.

En la actual temporada estoy entrenando un mini de primer año y un preinfantil, en ambos casos el trabajo es similar ya que el mini tiene una evolución desde la temporada pasada y están asimilando una serie de conceptos técnicos que  deben ir puliendo poco a poco. En el caso de los preinfantiles hay que tener en cuenta un tema muy importante a mi entender, ellos necesitan “reaprender” sus conceptos técnicos y adaptarlos a la nueva realidad que significa el aro grande, la pista más grande, etc. En este caso se crea un problema dado que lo que antes era muy fácil por la proximidad del aro ahora se antoja una difícil empresa porque falta fuerza para llegar al aro, porque haciendo lo mismo que antes ya no tenemos esa efectividad que teníamos antes. El jugador tarda en asimilar eso y que debe volver a aprender a hacer una serie de cosas para poder adaptarse a esa nueva realidad.

                     Foto: Adrià Triquell

Si al jugador le cuesta ese proceso, no quedan exentos todos los componentes externos de ello. Hay que “acompañar” al jugador en ese aprendizaje y eso no solamente corresponde al entrenador o al cuerpo técnico del equipo sino también a los padres y el entorno del jugador. Suficiente tiene el jugador con tener que cambiar muchos de sus hábitos en la pista para soportar que, encima, se le diga que ya no lo hace como antes….

Insisto en que hay que tener paciencia y no querer correr por el simple hecho de que haya quien lo haga y eso le de resultado a nivel de marcador en este momento. Habría que preguntarse si cuando lleguen a categoría junior esos mismos jugadores obtendrán esa misma ventaja que tienen ahora. Falta, a mi juicio, esa paciencia que haga que esos jugadores vayan aprendiendo a ubicarse en la pista, a entender el juego y a saber qué, cómo y porqué juegan lo que juegan. Queremos jugadores inteligentes en la pista y que sean técnicamente buenos pero eso requiere un trabajo de base que muchas veces no se da por las prisas en obtener resultados a nivel de marcador.

No puedo más que tener satisfacción cuando veo que mis jugadores mini deciden en función de la situación que se encuentran en la pista. Eso nos ha hecho perder innumerables partidos pero estoy absolutamente convencido de que, a la larga, eso se convertirá en una victoria. Debemos trabajar para eso y en jugadores mini conseguir eso no es nada fácil.

Como dice el título “la gracia de los resultados” tapa las carencias de los equipos, de los jugadores. Parece que hay que competir por conseguir la mayor diferencia posible en el marcador sin importar cómo se hace. A veces, después de ganar un partido, se puede hacer ver al jugador que NO es lo que buscamos. En mi caso prefiero ganar de menos diferencia o incluso perder el partido si con ello consigo que los jugadores aprendan cómo hay que actuar en la pista. Oigo de vez en cuando, después de algún partido ganado, que “hoy lo habéis hecho muy bien” y resulta que yo no estoy contento con el trabajo que se ha hecho. Por el contrario, en una fase previa en que hemos perdido muchísimos partidos he oído que “no es como el año pasado”… Claro que no es como el año pasado, es otro escalón en el camino y precisamente durante esa fase previa he salido muy contento en muchas ocasiones pese a perder los partidos. Ese trabajo al final da sus frutos.